miércoles, 11 de abril de 2007

Sirvisa friska, larajada, limonada ...

Si estás en la playa y escuchas esa cantinela, seguramente un inmigrante intentará venderte a precio de oro una lata calentita de tu refresco favorito. Si, al menos, llevas por precaución un poco de sal en el bolso playero, échalo en la nevera de hielo derretido del vendedor y conseguiras en sólo dos minutos enfriar toda la mercancia. Te juro que funciona. Mira este video.

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